domingo, 17 de diciembre de 2017

Su primera Navidad

15:14:00 0 Comments
En todo pueblo y ciudad hay tres pistas para saber si la Navidad ha llegado ya: Las calles se llenan de puestos de castañas. Los niños cantan  villancicos con una sonrisa en la cara. Y alguien en casa, arranca la penúltima página del calendario. ¡Ya está aquí Diciembre y Lucía aún no tiene nada preparado!

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— Esta tiene que ser la mejor Navidad del mundo mundial— afirmó muy convencida.

— ¿Y eso por qué?—preguntó su mamá meciendo al pequeño Gabriel, intentado que se durmiera de una vez.

— ¡Porque va a ser su primera Navidad!— exclamó la niña al tiempo que estrujaba los mofletes a su hermano, que todavía no tenía ni un año.

Ese día Lucía anunció que ella sería la jefa de la Navidad; e hizo una lista para conseguir que fuera realmente especial:

1º La tita y yo colocaremos las bolas en el árbol y  Gabriel pondrá la estrella en lo más alto.

2º La abuela y yo haremos galletas de mantequilla.

3º  Tenemos que esconderlas en un lugar muy secreto, para que no se las coma en abuelo antes de tiempo.

4º  También podemos esconder chocolatinas en el árbol de Navidad y jugar a ver quién encuentra más.
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Aquella noche Lucía estaba tan cansada, que se quedó dormida mientras su mamá le leía su cuento favorito de Navidad. Solo el pequeño extraterrestre que se ocultaba tras las cortinas de su ventana, llegó hasta la parte de “y colorín colorado, este cuento se ha terminado”.

En cuanto se apagaron las luces y estaba seguro de que todos se habían acostado,  el extraterrestre entró y buscó el pesebre por toda la habitación; pero hizo tanto ruido, que al final Lucía se despertó.

— ¿Quién eres tú?— preguntó la niña aún medio dormida.

El extraterrestre se asustó tanto al ser descubierto, que su piel azul de repente, se volvió violeta y de sus mejillas empezaron a salir chispas, ¡parecían dos bengalas encendidas!

En ese momento a Lucía le entró la risa, como cuando su papá le hace cosquillas.

— Shhh ¡para ya!—suplicó el extraterrestre—. ¡Vas a despertar a tu hermano y a tus papás!

Cuando la niña se calló, el extraterrestre se presentó. Su nombre era Píkaro y había viajado desde una galaxia muy lejana para aprender más sobre las personas y la Navidad:
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— He escuchado tantas historias diferentes de cómo celebráis la Navidad, que ya no me pude aguantar más y cogí “prestada” la nave espacial de mi papá, para venir a la tierra y verlo de verdad.
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— ¿Hay más de una forma de celebrar la Navidad?— Eso fue toda una sorpresa para Lucía. De repente sintió mucha curiosidad, quería saber más y le preguntó a Píkaro todo lo que se le ocurrió sobre cómo celebran otros países esta fiesta tan especial:

—  ¿Hay árboles de Navidad en las aldeas de África?
— ¿Comen turrón en el amazonas? ¿O se derrite por el calor antes de que llegue a la boca?

Algunas preguntas eran un poco complicadas y quizás por eso, a Píkaro se le ocurrió una idea tan alocada:

— ¿Quieres venir conmigo y descubrirlo?
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Píkaro y Lucía se montaron en la nave espacial y antes de que la niña pudiera hacer la cuenta atrás, ya estaban volando a súper-velocidad.

Su primera parada fue Nueva Zelanda. Allí en Diciembre es verano, celebran la Navidad en la playa y comen helado.
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Después siguieron rumbo a México, donde visitaron las posadas y jugaron con los niños a romper las piñatas.
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Cuando llegaron a Japón; a Píkaro y a Lucía les pareció un poco rarito, que su tradición navideña fuera comer pollo frito.
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En Filipinas se quedaron impresionados con los farolillos gigantes. Casi brillaban más que las estrellas fugaces.
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Pero lo mejor fue cuando llegaron a Islandia. Allí conocieron a los Yule, unos seres mágicos que durante trece días reparten regalos y hacen travesuras a los niños que han sido malos.
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Píkaro y Lucía se pasaron toda la noche viajando. Visitaron muchos lugares más y descubrieron tradiciones increíbles de verdad, muchas no te las puedes ni imaginar

Con los primeros rayos de sol, Lucía ya estaba de vuelta en su habitación. Píkaro tenía que irse y aunque le daba mucha pena, sabía que había llegado  el momento de despedirse:

— Gracias por acompañarme en esta aventura— dijo Píkaro, mirando fascinado algunos de los suvenires navideños que había comprado—. Ahora, cuando llegue a mi planeta convenceré a los demás para celebrar nuestra primera Navidad.

Y de nuevo, a súper-velocidad, Píkaro se alejó en su nave espacial. Viajo entre las estrellas y llegó sano y salvo a su planeta.


Como Lucía no estaba ni un poquito cansada, entró en la habitación del pequeño Gabriel y se acurrucó en su diminuta cama con él. Al final se quedó dormida pensando que aunque hay muchas formas de festejar la Navidad, lo importante es celebrarlo con quien te quiere de verdad.

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FIN

Rocío Cumplido González

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domingo, 2 de julio de 2017

De donde vienen los cuentos

12:29:00 2 Comments
En cuanto sonó la campana Julián salió corriendo de clase, estaba deseando enseñarle las notas a su madre. Ella le había prometido que si lo traía todo limpio le compraría un cuento para leer durante el verano.

 —Julián has aprobado por los pelos… ¿de verdad crees que te mereces un premio?— preguntó enfadada.

—Tú no dijiste nada de sacar notas altas mamá— respondió el niño poniendo cara de yo no he sido—. He cumplido mi parte del trato, ahora te toca a ti cumplir la tuya.

Y así,  con el dinero en el bolsillo, Julián entró en la librería para perderse entre las historias de fantasía.

— ¿Qué aventuras viviré esta vez?— se preguntaba mientras leía los títulos—. ¿La isla del tesoro? ¿Para luchar con los piratas y quedarme con su oro?— ¿o quizás Alicia en el país de las maravillas? ¡Así podría hacer el tonto con el sombrerero loco!

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En ese momento, unos libros cayeron al suelo y lo sacaron de su atontamiento. Las estanterías empezaron a temblar y Julián se asustó de verdad. Parecía como si un gigante estuviera andando por los pasillos a zancadas, tropezando con todo lo que se encontraba.

Como a Julián nunca le enseñaron que la curiosidad mató al gato, se atrevió a asomar la cabeza al pasillo de al lado y  averiguar quién armaba tanto escándalo.

— ¡Si no lo veo, no lo creo!— gritó al descubrir en medio de ese pasillo a un gigantesco dragón que estaba leyendo un libro.

El dragón al verse descubierto, corrió hacía el niño. Muerto de miedo Julián se cayó al suelo, cerró los ojos y todo se volvió negro.

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Al cabo de unas horas Julián despertó. Había dormido sobre un enorme cojín de lana y alguien, no sabía quién, le había tapado con una manta.

— ¡Ya era hora de que despertaras!— dijo una voz a su espalda—. Empezaba a pensar  que te había lanzado un hechizo una bruja malvada.

Julián se giró despacio para ver quién le estaba hablando y allí, sentado en un viejo sillón estaba el dragón.  El dragón se tapó los oídos pensando que el niño iba a gritar como un descosido; pero no lo hizo. Julián observó a  aquella gigantesca criatura y por algún motivo que no lograba entender sus enormes ojos, sus impresionantes alas y sus afilados dientes ya no le daban ningún miedo.

— Siento haberte asustado— se disculpó el dragón—. Me sorprendió mucho que pudieras verme. Se supone que soy invisible. ¡Vaya que mal educado soy, ni siquiera me he presentado! Soy Rimaldy, el guardián de la biblioteca de la Luna.

— ¡¿Estoy en la Luna?!

Con la ayuda del dragón Rimaldy, Julián miró a través de una gran ventana: las estrellas brillaban en la noche eterna y en medio de todas ellas, un pequeño planeta llamado Tierra flotaba en la oscuridad. Cuando el pequeño Julián salió de su asombro, el dragón le invitó a dar un paseo por la biblioteca y enseñarle las historias que esperan ansiosas a que alguien las lea.

— Rimaldy.... ¿Quién te puso ese nombre tan raro? — preguntó  el niño, mientras caminaban por un largo pasillo lleno de libros.

— Yo mismo lo elegí— contestó el dragón—. Lo leí una vez, en uno de los libros brillantes.
Julián no entendía nada. — ¿libros que brillan?.... ¿un dragón que habla?.... ¡Creo que me estoy volviendo majara!

Al cabo de un rato, llegaron a una enorme sala. Había cientos de miles de libros y todos brillaban. Algunos de los libros parecían muy inquietos, como si fueran a salir volando en cualquier momento.

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Mientras Julián observaba el espectáculo anonadado, Rimaldy le explicó que cada vez que un niño o niña nace en la Tierra, un libro brillante aparece en la biblioteca. Un  libro donde quedarán por siempre escritos sus sueños y fantasías: historias que nunca pasaron, cuentos que se inventaron una noche de verano e incluso, bromas que planearon para hacer enfadar a sus hermanos.

—Cuanto más brilla un libro, más viva es la imaginación de ese niño— afirmó Rimaldy.

— ¿Y por qué esos libros no brillan como los demás?— preguntó Julián señalando con el dedo  una montaña de libros que estaban olvidados en un rincón oscuro, casi escondidos.

Rimaldy miró con tristeza a los libros. — Porque esos niños ya se han hecho grandes y  no les gusta imaginar como antes.

Julián cogió uno de los libros y lo abrió. Entre sus páginas estaban escritas  historias fantásticas de una princesa que se convierte en hada,  una bruja malvada que se transforma en rana y un superhéroe que ha perdido su capa.

— ¡Estos libros son impresionantes!—exclamó Julián—. ¿Por qué están en el suelo tirados?

—Porque ya no queda espacio— respondió Rimaldy señalando a las estanterías llenas de libros—. La biblioteca no es muy grande y cada día aparecen más y más  libros brillantes. ¡Ya no sé dónde los voy a poner! No puedo tirarlos. Si lo hiciera, la sonrisa de ese niño o niña se perdería y se convertiría en una persona triste toda la vida.
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Mientras el dragón Rimaldy intentaba colocar en las estanterías unos libros brillantes que acababan de llegar, Julián se quedó sólo en la gran sala, ojeando los libros que no brillaban.

 — ¡Estas historias son una pasada!—pensó el niño—. Es una pena que se queden aquí olvidadas. Si los niños las conocieran, si pudieran leerlas o alguien se las contara.

Y de repente, como si un hada  le hubiera golpeado muy fuerte en la cabeza con su barita mágica, a Julián se le ocurrió una idea fantástica.

Sin perder el tiempo, Julián buscó a Rimaldy entre los pasillos de la biblioteca para contarle su plan.

— ¡Esa idea parece sacada de un cuento de hadas!— se burló el dragón—. Pero creo que con una pizca magia y algo de valor  ¡puede ser una gran solución!

Emocionados por lo que estaban a punto de hacer, el dragón Rimaldy y Julián recorrieron los pasillos de la biblioteca, recogiendo los libros que no brillaban y guardándolos en un saco.

Un poco asustado Julián se subió a lomos de Rimaldy, se agarró con fuerza a sus escamas y antes de darse cuenta estaban volando entre las estrellas, directos al planeta Tierra.

Cuando llegaron al primer pueblo, Rimaldy le hizo una señal a Julián. El pequeño nervioso sacó uno de los libros del saco, lo abrió y sopló muy fuerte sobre sus páginas. De repente,  las historias salieron del libro y se convirtieron en polvo de hadas, cayendo sobre las casas.
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— Ahora estás historias entrarán en la imaginación de esos papás y mamás que duermen: transformándose en cuentos, que contarán  siempre a  sus hijos, sobrinos y nietos— explicó Rimaldy contento.

Cuando terminaron de transformar todos los libros,  Rimaldy llevó a Julián a  casa:

— ¡Guau menuda aventura!—exclamó el niño—. ¿Podemos volver a hacerlo mañana?

— No Julián, ese ahora es mi trabajo— respondió el dragón—. Tienes que irte a dormir. Mañana no recordarás nada de esto y pensarás que todo ha sido un sueño.

A la mañana siguiente Julián no recordaba nada sobre Rimaldy, la biblioteca, ni los libros brillantes. Sin embargo, durante el desayuno su papá le contó que tuvo un gran sueño, sobre el lugar de donde vienen los cuentos.

FIN



Rocío Cumplido González


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PODEIS LEER ESTE CUENTO EN LA REVISTA BULEVAR JULIO 2017

viernes, 30 de junio de 2017

¡Yo sé que puedes, sí que puedes! (Obra de teatro)

20:34:00 0 Comments
Título: ¡Yo sé que puedes, sí que puedes!
Personajes: Narrador, Hada Zay, Hada Inventora, Hada Roja, Hada Amarilla, Hada Azul, Hada Violeta, Estrella 1, Estrella 2, Animal 1 y Animal 2


Escena 1:
[A un lado del escenario, las cuatro Hadas de colores y los dos animales están de rodillas en el suelo alrededor de lo que parece un huevo (el Hada Zay bajo una sábana blanca, hecha un ovillo)  esperando impacientes a que abra. Mientras, al mismo tiempo las dos estrellas que están en un punto más alto, observan la escena con mucho entusiasmo. La música empieza a sonar y a los pocos segundos el narrador; que está al otro lado del escenario empieza a hablar]



Narrador: Seguro que alguna vez, leyendo el cuento de Peter Pan, has leído eso de: “Cuando un bebe ríe por primera vez, en algún lugar un hada acaba de nacer” [se oye la risa de un bebe o niño] ¿Y sabes una cosa? ¡Sí, sí que es verdad, las hadas existen y están en cualquier lugar!


[El Hada inventora sale al centro escenario y hace posturas como sacar músculo, gimnasia o malabarismos mientras el narrador continúa con la  historia]


Seguro que todos creéis que las hadas son seres perfectos, sin ningún defecto, y que pueden hacer cualquier cosa con el menor esfuerzo. Y puede que sea verdad; [El hada inventora imita lo que dice el narrador: cierra los ojos, señala al cielo y hace como que vuela alrededor del escenario] pero si cierras los ojos y viajas con tu imaginación hasta esa segunda estrella a la derecha y vuelas recto hasta el amanecer, llegarás al campamento de las hadas: donde un hada muy particular tuvo que esforzarse más que las demás. [El Hada inventora sale “volando” hacia los demás personajes y se sienta con ellos].
Escena 2:
[El hada Zay empieza a moverse queriendo salir del huevo]


Hada Roja: ¡Vamos pequeña, yo sé que tú solita puedes  salir!
Hada Amarilla y Hada Azul: ¡Sí, sí, nosotras sabemos que lo vas a conseguir!


[El hada Zay sale por fin del huevo, bosteza y se estiraza]


Hada Zay: [sonriente] ¡Buenos días!

Hada Roja: [Se levanta se pone frente a ella] Buenos días pequeña, Bienvenida al campamento de las hadas. Desde hoy este será tu hogar y nosotros seremos tu familia.

Estrella 1: Que bonita es ¿Verdad?

Estrella 2: Sí que es bonita; pero tiene cara de ser un poco traviesilla.

Hada Roja: Muy bien, vamos a hacerte una revisión… [El hada Roja saca una lupa]... ¿Ojos Brillantes? ¡Correcto! ¿Nariz puntiaguda? ¡Perfecto!


 [El hada Roja le da la vuelta al hada Zay para ver sus alas y todos, incluso las estrellas miran ponen cara de sorpresa al ver que el hada Zay solo tiene su ala derecha y le falta la izquierda]


Hada Violeta: [Señalando a la espalda del hada Zay] Un momento…. ¡Este hada no ha nacido con dos alas!

Hada Azul: ¡No es como las demás hadas!

Hada Roja: [Se acerca al hada Zay, sonríe dulcemente y le acaricia la mejilla.] Tu nombre será Zay  y aquí cuidaremos muy bien de ti porque…. [Duda, no sabe cómo decirle la verdad]

Animal 1: Solo tienes un ala.

Animal 2: Y eso no es normal en las hadas.

[Las hadas se dan la vuelta y le enseñan que todas tienen dos alas]

Narrador: Todos en el campamento prometieron que la cuidarían y la protegerían de cualquier mal, ya que el hada Zay no era como las demás: era diferente, tenía una discapacidad. [Las hadas se apartan a un lado y ponen a hacer sus labores. Mientras, los animales 1 y 2 cogen de las manos al hada Zay y juegan en medio del escenario con ella.Los años pasaron y el hada Zay se convirtió en un hada sana, feliz,  rodeada de  amigos que la querían y se preocupaban muuuucho por ella:

Hada Roja: ¡Ten cuidado Zay, no corras!

Hada Amarilla: ¡Ten cuidado Zay, no saltes!

Estrella 1: ¡Ten cuidado!

Estrella 2: ¡Ten cuidado!

El resto de personajes al unísono, menos el narrador: ¡TEN CUIDADO!

Escena 3:
[El hada Zay se queda sola en el escenario, muy enfadada y con los brazos cruzados.]

Narrador: Zay estaba cansada de tanta protección. Ella quería correr, quería trepar, quería saltar; pero…. ¿Sabéis que era lo que más deseaba hacer el hada?

Hada Zay: ¡Yo quiero volar y hacer todo lo que hacen los demás!

Narrador: Un día el hada Zay se propuso intentarlo: fue a la pradera de las amapolas y empezó a saltar, moviendo su única ala muy muy rápido. Aunque no pudo elevarse mucho. Apenas las puntitas de los dedos consiguió despegar del suelo. [El hada Zay imita lo que dice el narrador.]

Entonces el hada trepó hasta la rama de un árbol y saltó moviendo muy muy rápido su pequeña ala; pero no lo consiguió. Se cayó al suelo y se hizo mucho daño.

Estrella 1: ¡Zay! ¿Qué te ha pasado? ¿Te has hecho daño?

Hada Zay: No, estoy bien, de verdad… ¡ay mi rodilla!

Estrella 2: Voy a avisar a los demás.


[La estrella 2 sale corriendo para avisar a los demás y todos aparecen en el escenario muy preocupados]

Narrador: Todos se preocuparon tanto por el hada, que la cubrieron entera de tiritas grandes y pequeñitas ¡hasta en las partes en las que ni siquiera tenía heridas! [Las hadas de colores le ponen las tiritas por todas partes]

Hada Roja: [Muy enfadada] ¡Ni se te ocurra volver a hacer semejante locura!

Hada Violeta: Eres más pequeña, débil y frágil que las demás.

Hada Azul: ¿Es qué no lo sabes ya?

Todos: [Muy enfadados] ¡Tú no puedes volar!


[Las Estrellas vuelven a su posición. Los animales se quedan a un lado jugando y las hadas de colores se retiran.] [El hada Zay se va hacia un lado del escenario donde hay una almohada y una sábana que hacen de cama.]


Narrador: Esa noche el hada Zay se acostó en su cama, con lágrimas rodeando su cara, susurrando a las estrellas.

Hada Zay: [Mirando al cielo] Yo sé que puedo, sí que puedo.

Escena 4:
[El hada Zay se levanta y anda por el escenario ocultándose donde puede cada vez que aparece una de las hadas de colores.  Cuando pasan unos segundos el narrador comienza.]


Narrador: Desobedeciendo a todos, el hada Zay siguió entrenando por su cuenta: Aunque mil veces se caía, mil veces se levantaba y si se hacía daño, ella misma se curaba. No le importaba cuanto tuviera que esforzarse, ni cuanto tuviera que luchar. Ella haría todo lo posible para hacer su sueño realidad. [El hada Zay salta por el escenario y mueve los brazos intentando volar.]
Una noche por un camino cercano paseaba el hada inventora. Un hada muy mañosa a la que encantaba construir cosas.


[Desde un lado del escenario aparece el hada inventora. Va paseando tranquila y al ver al hada Zay se esconde para ver lo que hace.]


Hada Inventora: Vaya…. Sí que tiene ganas de aprender a volar. Debería contárselo al hada Roja y los demás [hace como que se va; pero vuelve al instante] pero si lo hago la van a regañar… [De repente se le ocurre una idea] ¡Creo que sé cómo ayudarla!


[El hada se va hacia un pequeño rincón donde tiene su taller y empieza a trabajar. Mientras el hada Zay sigue entrenando. Las estrellas 1 y 2 la están vigilando y los animales 1 y dos la miran desde un rincón.]


Animal 1: ¿Por qué no se rendirá ya? Nunca lo conseguirá.

Animal 2: Yo creo que sí lo logrará. Ya sabes lo que dicen… ¡a la trescientas va la vencida!

Hada Zay: [Mientras salta e intenta volar.] Yo sé que puedo, sí que puedo. Yo sé que puedo, sí que puedo.

[Entra en escena el hada inventora ocultando el invento detrás de su espalda.]

Hada Inventora: Hola Zay ¿Qué estás haciendo?

Hada Zay: Yo… Ehhh…. Nada  [Intentando poner cara de niña buena.] No estaba haciendo nada de nada.

Hada inventora: Seguro… No estarás intentando volar ¿verdad?

Hada Zay: Yoooo [Como si estuviera muy ofendida] ¿Yo intentando volar? ¡¿Es que te crees que estoy loca?! Mira al público, sonríe y les guiña un ojo.

Hada Inventora: ¿Entonces no quieres probar este nuevo invento que te ayudará a volar?


[El hada inventora saca el invento. El hada Zay pone cara de sorpresa al verlo. ]


Narrador: La pequeña hada se colocó ese invento y empezó a mover las dos alas que ahora tenía en la espalda muy, muy rápido.  El hada inventora, al ver que le estaba costando un poco empezó a animarla:

Hada Inventora: ¡Vamos Zay! ¡Yo sé que puedes, sí que puedes!

Narrador: Las estrellas que aún brillaban en el cielo y los animales que la habían visto esforzarse tanto también gritaban con entusiasmo:

Estrellas y Animales: ¡Vamos Zay! ¡Yo sé que puedes, sí que puedes!

Narrador: Animada por sus palabras, el hada Zay movió con más fuerza sus alas y tan rápido, tan rápido las movió ¡que consiguió volar! Voló hasta las copas de los árboles y cruzó las nubes para saludar a las estrellas.

Estrellas 1 y 2: [Sorprendidas] ¡Zay estás volando!

Animal 2: [Muy contento] ¡Bravo Zay, lo conseguiste!

Animal 1: [Haciéndose el listillo] Yo nunca dudé de ella.


[Alertadas por el alboroto que se ha formado aparecen las hadas de colores y se sorprenden mucho al ver al hada Zay volando.]


Narrador: Todos sus amigos se alegraron mucho al ver que el hada Zay había conseguido volar y se disculparon por haberla sobre protegido tanto.

Hada Roja: [Arrepentida]  Lo sentimos mucho Zay.

Hada Amarilla: Deberíamos haberte apoyado.

Hada Azul y Violeta: [A la vez]  ¿Podrás perdonarnos?


[El hada Zay sonríe y abre los brazos para hacer un abrazo en grupo con las hadas. Los animales se abrazan entre ellos muy contentos y las estrellas aplauden contentas.]


Narrador: Y desde ese día, el hada Zay se encarga de ayudar a todas las hadas que nacen con alguna discapacidad. Ya que con esfuerzo y la ayuda de los que les quieren….

Todos los personajes a la vez: [Hacer una fila mirando hacia el público, cogerse de las manos y levantar los brazos hacia el cielo.] ¡No habrá barreras para hacer sus sueños realidad!

FIN







Rocío Cumplido González(cc)2017
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¡HOLA A TODOS!

Quiero deciros que tenéis total y absoluta libertad para coger este guión y representarlo en el colegio, a vuestros familiares, donde queráis. También tenéis libertad para adaptarlo a vuestro dialecto natal (Argentino, Mexicano, Peruano... Ya me entendéis).

Solo os pido a cambio que respetéis mi nombre como autora y por favor, mandadme fotos y vídeos a la dirección de correo que os dejo más abajo para ver como os ha quedado. 

dondeseescondenlashadas@gmail.com